De la situación del fotoperiodismo y otras paranoias

De la situación del fotoperiodismo y otras paranoias

El sábado 28 de diciembre, los de Dispara Magazine celebraron su primer aniversario, y lo hicieron por todo lo grande: en La Tabacalera de Madrid, con grandes periodistas hablando sobre la situación de su profesión y buena música. También nos ofrecieron a Pablo González y a un servidor organizar una exposición sobre nuestro trabajo en Ucrania (mil gracias!), y abrir el acto con una charla sobre periodismo independiente. Por ello escribí el siguiente texto, aunque al final no lo utilicé y hablamos sin demasiado criterio ni órden, como de costumbre. Para que no desaparezca irremediablemente en el olvido, lo reproduzco a continuación:

“Recuerdo perfectamente la primera vez que crucé el frente para llegar a Donetsk, en noviembre del año pasado. La guerra entre el ejército ucraniano y los separatistas estaba en su momento álgido. Llegamos ya de noche, y las estelas dejadas por los GRAD en el cielo le daban un aire bastante siniestro al momento. Estábamos Pablo González, yo y Leticia Álvarez, una reportera freelance que colaboraba con A3, achuchados con todo el equipo en un coche a toda pastilla por carreteras secundarias ucranianas, parando a cada rato para pasar los numerosos checkpoints militares que hay por toda la zona. Después de un largo viaje, llegamos al Hotel Ramada, donde estaba casi toda la prensa. Los siguientes días salíamos a trabajar y volvíamos al atardecer al hotel. Allí nos dimos cuenta que éramos los únicos representantes de la Península en Donetsk. Un redactor y un fotógrafo de GARA y una reportera de A3. Eso era todo. Y las condiciones, muy diferentes a la idea que tenía en la cabeza de lo que es una cobertura periodística. Nosotros corríamos con todos los gastos: desplazamientos, fixer, hotel, comida, seguridad… y también teníamos que apañárnoslas para conseguir los permisos, contactos y demás. Y lógicamente nadie nos respaldaba ni nos hacía seguimiento desde España.

El periodismo no se ha salvado de la ola de precarización del empleo que lo ha arrasado todo gracias al neoliberalismo. Muy al contrario, es quizás una de las profesiones donde más se ha notado. No hablamos de bajadas de sueldo o reducción de prestaciones. Hablamos de la inexistencia de ellos.

FREELANCE. Una palabra muy molona para referirnos al asesinato del periodismo tal y como lo entendíamos. Ahora alguien que quiere vivir del periodismo internacional, tiene que competir a muerte cada día con sus compañeros de trabajo para mendigar un pequeño espacio de un minuto (con suerte) en televisión o un par de columnas en el periódico. Y cortándote mucho en lo que dices, no vaya a ser que al editor no le guste y no vuelva a llamarte. Pasa por el aro haciendo un mortal y pegándole una colleja a los de alado, y quizás puedas seguir en esto.

Competitividad, precariedad, falta de valores y sobre todo INSEGURIDAD es con lo que tienen que lidiar cada día esos valientes que siguen ahí intentándolo. Pero en un trabajo como este, los recortes pueden ser fatales. Que se lo digan a los compañeros que siguen secuestrados en Siria por intentar dar voz a los que no la tienen.

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Poco antes de entrar por primera vez al aeropuerto de Donetsk, en octubre de 2014.

Sin embargo, luego ves que esta situación no se da en otra clase de programas de televisión, y la ira te invade. Volviendo al Hotel Ramada de Donetsk, allí nos encontramos con un periodista granadino que trabaja para RT, Gonzalo Wancha, que nos contó que hacía un par de semanas había colaborado con el programa de televisión “En tierra hostil”, y que después de unas horas con ellos decidió no proseguir porque hacían cosas muy raras, como ponerse el casco y el chaleco en zonas completamente seguras, esconderse en los chekpoints rutinarios, y ,en general, exagerar hasta el absurdo cada situación. Después de unos meses vi el programa en cuestión, y me di cuenta de los surrealista que era. Sensacionalismo en estado puro e información cero. Para eso si se puede enviar un equipo entero…

Y ante esta situación tienen que lidiar los que siguen ahí, comprometidos con hacer periodismo de calidad por convicción moral. Que hay muchos todavía y haciendo un trabajo increíble. Para demostrarlo, nada mejor que ver la expo “Upfront” en el centro Conde Duque. Sigo fascinado con la calidad del trabajo que allí hay. A la mayoría de fotógrafos ya los conocía, pero al verlos todos juntos te das cuenta de que estamos quizá ante la mejor generación de fotoperiodistas que haya dado el país. Trabajos muy elaborados, de largo recorrido, que profundizan en graves realidades y las muestran como una poética bofetada de realidad. Trabajos que luchan por hacerse un hueco entre el ruído ensordecedor de las redes sociales y el panfletismo de los medios. Sin embargo sus autores tienen que jugarsela cada día viajando de modo totalmente low cost a algunos de los sitios mas peligrosos del planeta. Les queda al menos la recompensa de un trabajo bien hecho, de sentirse cuerdos en un mundo de locos, y sobre todo, de estar haciendo algo que permanecerá en el tiempo en una época de obsolescencia inmediata.

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Con Pablo en la azotea de un edificio de Donetsk en nuestra última visita.

Ante esta difícil situación, cada uno capea el temporal como puede para no perder el Norte. Muchos optan por hacerse un hueco en medios extranjeros, con notable éxito algunos de ellos. Otros aprietan los dientes y siguen. Otros lo dejan. Y luego estamos los que seguimos la tercera vía. Quizá no sea la mas profesional, pero funciona. Se trata de buscar financiación por otras vías para poder seguir haciendo lo que te gusta sin caer en la vorágine en que se ha convertido esto. Yo por ejemplo (como me consta que hacen otros fotógrafos), hago bodas en verano, lo que me permite financiar un par de reportajes al año. No es la situación soñada, pero te da libertad total para hacer lo que quieres, como quieres (mas o menos).

Ante esta crisis innegable del periodismo no quiero parecer pesimista. El presente es una mierda, si. Pero se empiezan a ver un montón de “brotes verdes”. Como lo es “DisparaMag” o muchos otros nuevos medios, plataformas y organizaciones que luchan por devolver al periodismo a una nueva época de oro, lejos de los tentáculos de los grupos de información.

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